Mañana, jueves 28 de abril, Isabel Ceballos —candidata de UPyD a la Alcaldía de Sevilla— presentará su propuesta de gobierno en medio de la indiferencia mediática y a pesar del desasosiego que provocan las especulaciones sobre los posibles pactos que podrían producirse tras el 22-M. ¿Por qué no es noticia que UPyD podría favorecer el gobierno de la lista más votada sin exigir ninguna prebenda o concejalía a cambio?
Durante años Sevilla ha estado a merced de coaliciones que han desnaturalizado el sentido del voto mayoritario de los ciudadanos, y para una vez que aparece una opción dispuesta a favorecer el gobierno de la lista más votada sin reclamar una parte de la tarta, el silencio mediático es unánime. No entiendo por qué los partidos que admiten su vocación de bisagra y componenda despiertan más interés que los partidos que desean demostrar con el ejemplo que se puede hacer política sin negociar poder y privilegios.
Algo que debería llamar la atención de los analistas es que el discurso de Isabel Ceballos no cae en el delirio de asumir que puede llegar a ser alcaldesa. La alcaldía es cosa de dos partidos, y de lo que se trata es de enseñarle a esos mismos partidos que no todos están dispuestos a chantajear o pastelear. ¿Y entonces por qué tomarse la molestia de presentarse a unas elecciones? Porque la vocación de crear Estado es mejor que la ambición de formar gobierno. El respaldo de Isabel Ceballos a la lista más votada no supondría una concejalía (ni siquiera la de Urbanismo enriquecida con Fiestas Mayores), sino el compromiso de suscribir un pacto nacional por la Reforma Electoral, la Reforma del Poder Judicial y la Reforma de la Educación. En realidad, en cada municipio donde el apoyo de UPyD pueda contribuir al gobierno de la lista más votada, la vocación de crear Estado primará sobre la ambición de formar gobierno.
Más de cien candidatos concurrirán a las próximas elecciones en calidad de imputados, lo cual dice muy poco del respeto de sus partidos hacia las instituciones democráticas. Quienes votan por las mismas siglas a pesar de los casos de corrupción descubiertos no influyen en los sondeos. Quienes piensan que la corrupción de los suyos es más tolerable que la de los otros no cotizan en las encuestas. Y quienes creen «a priori» que un cincuenta por ciento del electorado les pertenece no representan un estado de opinión. En realidad, el desenlace del 22-M lo decidirán quienes no están incluidos en ninguno de los considerandos anteriores. Por ejemplo, quienes ya le votaron a ambos y quienes todavía no le han votado a ninguno de los dos partidos tienen mucho más que decir en las próximas elecciones.
Isabel Ceballos es la única candidata que promete defender la voluntad de la mayoría de los sevillanos y me consta que ejercer esa representación la colmaría por completo. Si alguien cree que las elecciones del 22-M son de verdad plebiscitarias, debería votar por la vocación de crear Estado
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